martes, 9 de octubre de 2007

Policía asesina a menor de edad en Bogotá




Policía asesina a menor de edad en Bogotá

En entredicho garantías democráticas en la capital. No se respeta la libertad de expresión ni de movilización, mucho menos la voluntad de los electores. Y, como en tiempos del joven Ratzinger y Mussolini, en la Colombia del siglo 21 sigue de moda "la camisa negra".
por Agencia Prensa RuralBogotá, 7 de mayo de 2005
El 6 de mayo, los médicos de la clínica Jorge Piñeros Corpas de Saludcoop anunciaron la muerte de Nicolás David Neira Álvarez, un joven de 15 años que fue gravemente herido por integrantes del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional (Esmad) durante la marcha del 1 de Mayo.
Los "servidores públicos" cumplen con su deber. Foto de Simone Bruno.
La gigantesca marcha del Día del Trabajo, de sindicalistas, campesinos, estudiantes, desempleados y activistas, caminó de manera no-violenta por la carrera 7 de Bogotá. La manifestación no sólo recordó a los Mártires de Chicago, sino que además denunció la precaria situación económica y social que vive actualmente el país, exigió un alto a las negociaciones del TLC e hizo públicas las atrocidades cometidas por el actual gobierno. Atrocidades que también ocurrieron ese día, cuando el Esmad empezó a lanzar gases lacrimógenos sin ninguna razón y procedió a reprimir violentamente a los manifestantes, golpeándolos con bolillos y balas de goma.
Varias personas fueron severamente heridas, incluyendo a Nicolás, quien fue golpeado en la cabeza por el Esmad hasta quedar inconsciente. Unos ocho policías rodearon a Nicolás y, aunque nunca portan placas ni distintivos que permitan su individualización, se cubrieron el rostro con pasamontañas, mientras evitaban que los compañeros del joven herido lo asistieran.
Después de un tiempo, Nicolás fue finalmente llevado por algunos compañeros al Cami de La Perseverancia. Ahí, Nicolás esperó por unas horas hasta que fue trasladado al Hospital de Saludcoop, donde permaneció varios días en estado de coma hasta su fallecimiento. Según el parte médico, Nicolás, estudiante de noveno grado, presentaba trauma craneoencefálico severo, fractura occipital y edema celebral.
Otros heridos por la andanada policial
El camarógrafo del programa de televisión institucional de Fecode, Ricardo López Torres, fue agredido mientras filmaba la agresión del Esmad contra los manifestantes, frente a la Catedral Primada de Bogotá, aproximadamente a la 1:50 pm. Presenta fractura de cuatro dientes, herida protuberante en el labio superior y una más leve en el labio inferior. Fue suturado con 30 puntos de cirugía.
Dos de cuatro de los integrantes de un colectivo de comunicación alternativa, que se encontraban en el lugar, fueron agredidos por parte del Esmad. Estos jóvenes, durante toda la marcha, fueron hostigados y amenazados por dicha unidad policial, manifestándoles que "algo" les iba a pasar.
Leonardo Luna Alzate, quien se desplazaba en un camión en el cual se llevaban pancartas, sonido y música rock, fue golpeado en una rodilla por uno de los agentes del Esmad, así como por las balas de goma que estos agentes dispararon indiscriminadamente, minutos después de haber golpeado al niño Nicolás Neira Álvarez. Leonardo fue trasladado por sus compañeros al Hospital San Ignacio, en donde le diagnosticaron "artrotomía traumática de la rodilla derecha" y una incapacidad de 10 días.
Yohanna Guerrero, otra integrante del colectivo de comunicación alternativa, fue víctima de amenazas verbales y agresión física por parte de agentes del Esmad: recibió en su cuerpo varios impactos de balas de goma, una de las cuales le impactó en la nuca, lo que le ocasionó un desmayo; fue atendida clínicamente y el diagnóstico fue "trauma múltiple contundente, múltiples heridas (seis) con arma no conocida, proveniente de la Policía, en espalda, cuello y cabeza, heridas con hematoma y con estigmas de sangrado", con incapacidad de tres días por traumatismo en tejidos blandos.
Intimidan para que no se denuncie
Plantón frente a la clínica de Saludcoop. Foto Indymedia.
Durante esta semana muchas personas trataron de denunciar la situación escribiendo artículos y comunicados en los medios alternativos, ayudando a la familia, organizando una demanda pública y protestando frente al Hospital. Durante dicho plantón hubo presencia permanente de sujetos sospechosos de civil, autos de vidrios polarizados (en algunos de los cuales habian personas realizando videos y fotos desde su interior), además del hostigamiento por parte de la fuerza pública y las directivas del hospital.
Gráfica lograda por los compañeros que fueron seguidos por desconocidos a bordo de esta camioneta. Foto Indymedia.
En la protesta frente al Hospital participaron unas 45 personas que mostraron su indignación y solidaridad. Al finalizar dicha actividad se prohibió el ingreso de los participantes a la Clínica. Dos de los asistentes abordaron un taxi frente al establecimiento y fueron seguidos por la camioneta Toyota blanca con vidrios polarizados y placa BNP 189, la cual tras percibir que fue detectada y fotografiada se alejó. Al mismo tiempo, frente a la clínica se parqueó la pánel de la Policía de número 4988, de donde se bajó un uniformado que estuvo revisando el lugar.
En horas de la noche, a los domicilios de varios de los participantes de la actividad, llamaron personas no identificadas a amedrentar sus familiares. En este momento los medios masivos están cubriendo la situación escondiendo los verdaderos hechos. La Policía dicen que nunca golpearon a los manifestantes, pese a todas las pruebas visuales que se han presentado.
Varias organizaciones sociales, entre ellas la regional Bogotá-Cundinamarca de la Central Unitaria de Trabajadores, la Federación Colombiana de Educadores, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, exigieron en un comunicado público la captura inmediata de los agentes del Esmad involuicrados en las agresiones, así como el desmonte inmediato de dicha estructura policiaca.
Alcalde, dime con quién andas y te diré quién eres
"Necesitamos una una policía fuerte siempre y cuando se defienda y no se desarrolle una política de violación de derechos humanos". Luis Eduardo Garzón en su "discurso de la victoria", 26 de octubre de 2003.
La brutalidad policiaca del 1 de mayo ha despertado la polémica sobre Luis Eduardo Garzón, ex sindicalista petrolero que, al llegar a la Alcaldía de Bogotá, transó públicamente con la política de seguridad del presidente Uribe, para desazón de sus electores, quienes habían respaldado sus propuestas electorales de desarme total, resistencia civil, énfasis en la vigilancia estatal y no privada y la existencia de una policía persuasiva y no represiva.
Ha hecho carrera en la socialdemocracia la idea de que para garantizar sus oasis rosados en el árido desierto fascista de la institucionalidad colombiana es indispensable delegar la cuestión de seguridad a los entes militares y policiales, y limitarse a asentir ante las directivas del Ejecutivo nacional. No por casualidad, el actual personero, encargado dizque de velar por los derechos humanos en la capital, es el antiguo zar de las Convivir, Herman Arias Gaviria.
Es evidente la crisis política al interior del partido del sonriente Lucho. De hecho, varios militantes del Polo Democrático Independiente hace pocos días rompieron públicamente con esa agrupación, manifestando, entre otros puntos, lo siguiente:
"La actual administración de Bogotá se ha orientado a continuar la obra de las anteriores administraciones neoliberales de Mockus y Peñalosa, entregando las posiciones claves dentro de la administración a representantes del bipartidismo tradicional y excluyendo de las mismas a sus propios militantes. El enfrentamiento entre la administración Garzón y el Contralor de Bogotá, como consecuencia de la práctica clientelista que adelantan estas entidades, unido a la reciente crisis originada por la renuncia inducida a los alcaldes locales, ponen al descubierto la perversión de los métodos y el carácter politiquero de las acciones del 'partido de gobierno';
(...) esta situación de interinidad en que fueron puestas las administraciones locales, hecha de manera irresponsable por el alcalde Lucho, no tiene otra explicación que la de apuntalar las relaciones entre el PDI y el Partido Liberal con miras a fortalecer una candidatura liberal a la Presidencia de la República en detrimento de otras opciones democráticas y de izquierda, contrarias al neoliberalismo, que encarnan proyectos soberanos de país y de nueva sociedad".
Así las cosas, no podemos esperar de este alcalde palabras de condena ni mucho menos remezones en la Policía. Seguramente se le echará tierra al asunto o se tratará de criminalizar a los compañeros del joven asesinado. Ya el general Jorge Daniel Castro amenazó ante los medios de comunicación: "En Bogotá se presentó un acto de terrorismo, hubo papas explosivas y disturbios por parte de los manifestantes, pero en los próximos días tendremos respuestas sobre el tema".
La Historia es generosa en lecciones sobre los resultados de creer en las garantías democráticas cuando corren tiempos de camisas negras.

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